Hemos visto hasta el cansancio el video donde un abogado recrimina a los empleados de un restaurante por hablar en español en territorio norteamericano. Nada que ver con la necesidad de comprenderse: me refiero a la imposición del uso de un lenguaje único en un territorio.
El problema es que no es un caso individual, se repite con una asiduidad y una virulencia que los convierten en un marco de violencia estructural; como he dicho en alguna ocasión, legitimados por los discursos políticos que han normalizado y hasta convertido en exigencias públicas atrocidades contra la humanidad.
Este tipo de microrracismo (o macro) no es un fenómeno característico de Estados Unidos: ocurre en muchos lugares:
La frase Habla en cristiano es común en nuestro país.
En cierta ocasión, en Holanda, una dependienta desatendió el mostrador y recorrió media tienda para recriminar a mi amiga que hablara en español con su hija —En Holanda se habla holandés— le dijo furiosa.
Este año, la inocentada de un periódico danés consistió en publicar que desde tal fecha estaría prohibido hablar cualquier otro idioma que no fuera el danés en espacio público. Pero esto no difería mucho de una propuesta de ley del partido ultranacionalista (DF) para la prohibición del uso cualquier idioma que no fuera danés en los patios de los colegios.
También hay una grabación de una señora recriminando a un chico— Vueve a tu país, le decía. — Pero si soy danés— respondia él.
O el caso del inglés que agredió a una mujer por hablar español por las calles de Bournemouth.
Basta con buscar en google agrede por hablar español para hacerse una idea de lo normalizada que está esta práctica: he elegido solo unos pocos ejemplos:
https://www.youtube.com/watch?v=Xgv0o6lJz4M
https://www.youtube.com/watch?v=QGbNKQ6thtE
https://www.youtube.com/watch?v=DzQQOCFcgqY
https://www.dailymotion.com/video/x6bfg3l
Bah, son casos aislados, solo unos locos.
—Son solo gotas — les decían a los prisioneros.