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Emic Etic


Algunos de los turistas que vienen a pasar unos días a Copenhague convocan a otros españoles a tomarse unas cervezas juntos durante su corta estancia. Algo que a mí me produce al mismo tiempo perplejidad personal e intriga profesional (si me voy a otro mundo es para sorprenderme, para experimentar al menos un cierto grado de shock cultural, idiomático... cuestión de gusto personal).

Por un lado, sé que el hecho de querer juntarse con otros españoles ¡estando de turismo en otra ciudad! se debe en parte a las dificultades poliglóticas de algunos de nosotros, en parte a aquello de la familia extendida que representa la etnia- uno de los nuestros nos ofrece más confianza que uno de ellos, a pesar de que los nuestros sean 45 millones (o más).

Puede haber también una porción de lo que se conoce como sesgo de confirmación- como ya adelantara Francis Bacon en su momento: por lo general los humanos no buscamos la verdad, sino la confirmación de nuestras creencias: de la misma forma que leemos la prensa que nos dará la versión de los hechos que más nos guste, preferimos oír testimonios de personas que (al menos esperamos que) confirmen nuestra percepción tanto de nuestro país como del visitado.


Es una cuestión interesante esta.

En antropología se distingue entre la versión del nativo, la percepción de la propia cultura por quien está inmerso en ella (emic), y la versión de quien la observa desde fuera, de forma (más) imparcial (a esta versión se la conoce como etic).

Pero eso sí, como antropólogo no hay nada más arriesgado que intentar transmitirle la versión etic a un nativo. Ahí los paraguazos que te llueven son épicos. Porque las versiones emic están llenas de juntas y tornillos que hemos asumido como ciertos y que sostienen nuestro mundo mental; y así, quien osa hacer tambalear los pilares de nuestras verdades más sagradas, es un sacrílego imperdonable.


Pues bien, la visión de un no nativo en su neopaís no deja de ser emic, en tanto en cuanto está inmerso en tal contexto cultural, pero por lo general tendrá una visión sesgada del mismo, ya que esta se dibujará en función de las circunstancias concretas de su experiencia.

Pero al mismo tiempo no es completamente emic en el sentido de que su percepción o versión de tal contexto cultural cuenta con la ventaja de ser una versión curtida por el contraste. Porque el espectador ajeno, dada una cierta agilidad cognitiva, es capaz de ver cosas que pasan desapercibidas a quien las tuvo siempre en el escenario.

Así tenemos emic, etic y un híbrido de emic diferido (o etic contaminado).


Aún así, incluso como turista, yo preferiría la versión emic. De todas todas.

Es más: ya puestos, preferiría contrastar la versión nativa con observación, porque como dijo sarcásticamente cierto antropólogo, si uno se dejara llevar por las versiones verbales emic del mundo "terminaría por producir involuntarias parodias de la condición humana. Aplicada a nuestra propia cultura, describiría una forma de vida en la que (...) los jóvenes ceden el asiento a los viejos en los transportes públicos (...), los ciudadanos ayudan voluntariamente a los guardianes de la ley, el chicle no se pega nunca debajo de las mesas, (...) todos los hombres nacen iguales (...) "

Otra cosa es que lo que queramos sea prolongar nuestras creencias con versiones que las confirmen, en lugar de testimonios que las reten.


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