Una vez más hablaré sobre la identidad, sobre quiénes somos: una sarta de hojas, de pedazos de tela, un manojo de capas.
Como individuos somos generosos, listos, guapos... modestos y a veces también egoístas, feos, tontos... todo en un mismo día;
Destacamos u ocultamos muchas de nuestras facetas, sin por ello caer en la falsedad o la incoherencia: por ejemplo, elegimos no mostrar nuestro afecto maternal al pescadero: ¡ ayyyy, pero qué guapo estás hoy y hay que ver cómo has crecido, uuuuuy, soletee! (agarrándole de la mejilla, como hacen las abuelas y las vecinas pesadilla) ¡ ponme un kilo de jureles! - no, ¿verdad?.
De la misma manera, elegimos no hablar de algunas cosas con ciertas personas, no porque queramos ser falsos, sino porque esa materia no nos une con tal persona o porque tal asunto, además del desacuerdo arranca tempestades oratorias que podrían dejar cicatrices.
A esas capas o telones flotantes de nuestra identidad individual se le suman las capas de identidad gregaria: aquellos grupos de personas con los que nos identificamos por una razón u otra: un equipo de baloncesto o de fútbol, nuestro país, nuestra ciudad, nuestra universidad, nuestra profesión, preferencias literarias, el montañismo, el ciclismo... de alguna manera, sentir que perteneces a este grupo te hace desarrollar sentimientos hacia ese colectivo, con el que te identificas y al que te sientes emocionalmente vinculado. Pero estos grupos son heterogéneos, es decir: nos identificamos con lo que significa pertenecer a ellos, pero habrá facetas de esos grupos con las que no nos identifiquemos. Por ejemplo, quizá sólo compartamos algunos de los valores que profesa nuestro equipo deportivo favorito.
Cuando el migrante inicia su adaptación las capas se convierten en un batiburrillo indescifrable, no sabemos quiénes somos, se mezcla nuestra identidad individual con la colectiva; de forma que no sólo vemos confrontadas nuestras creencias (las más y las menos débiles) sino que también vemos confrontada nuestra identidad.
En primer lugar nos topamos con el estereotipo que se aplica a nuestro colectivo nacional y del que probablemente ni sospechábamos. Además, puesto que el estereotipo se construye desde el contraste, existen tantas imágenes estereotipadas como pares de países (o culturas)-un inglés, por ejemplo, no es visto de la misma manera en Alemania que en Inglaterra.
Y el estereotipo puede llegar a ser realmente molesto. Uno de los aspectos de esta molestia es el fastidio que produce que se crean que eres de tal o cual manera por ser español: ¡aaah, claro, te lavas el pelo porque eres española! (aunque, como he hablado antes, esta excusa de ser extranjero sirve mucho para justificar con frescura las propias excentricidades: es la famosa libertad del migrante).
(Al mismo tiempo nos enfrentamos a los prejuicios o estereotipos que habíamos formado sobre nuestros neocompatriotas, pero no voy a extenderme sobre ello aquí).
En esos momentos de confusión y batiburrillo mental, es importante tener en cuenta dos cosas esenciales:
- Distinguir la identidad individual de la colectiva a menudo confundida, como se explica en el post indicado dos lineas más arriba, con las costumbres. En esta confusión, es importante saber un poquito sobre los efectos del estereotipo (que puedes leer en los posts que señalo abajo.)
- Las personas cambian:
Es innegable que recibimos una herencia de nuestra cultura: de una manera u otra las cosas que hemos aprendido en el colegio, o en la educación en general, pero también al oír hablar a la gente han influído en nuestra forma de ser. Pero esa educación, ese oir hablar a la gente es un proceso que no termina nunca: las personas somos, ante todo, seres de contexto social. De forma que cambiamos con nuestro entorno; Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, dijo María que había dicho Neruda... y es verdad: pero vosotros tampoco, que lo sepáis: porque hemos aprendido otras cosas, unas por reflexión, otras por mero reflejo.
Se podría formular así: nuestra forma de ser no viene dada (y menos aún determinada impepinablemente) por nuestra nacionalidad. Somos el proceso de nosotros mismos; a este proceso contribuyen factores genéticos, ambientales (reflejos) y reflexivos. (Entre los factores ambientales cuento el efecto del estigma y estereotipo: me comporto como creo que se espera de mí).
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Para ayudarte a desliar el embrollo, te propongo un ejercicio (divertente):
Escribe en post-it características de tu identidad individual
(Generosa, lista, guapa, modesta... )
En otro papel escribe tus identidades sociales:
(Antropóloga, española, madrileña, neodanesa, de tal equipo de baloncesto/fútbol, runner)
Escribe al lado de estas identidades las características que crees que están asociadas a ellas (por ejemplo: ser española implica ser vaga, fiestera... )
Ahora intenta poner ls post-it que te definen en alguna de esas categorías.
Y por último, intenta traducir esas características de "ser española" a costumbres. Más aún, si puedes, compara esa costumnbre con aquellas que se usan en tu `país de residencia.
(En España somos fiesteros -> en España es costumbre relacionarse fuera de casa. (Al contrario que en Dinamarca, donde los encuentros sociales se celebran con más frecuencia en casa)
Como el ejercicio es un invento para ayudarte, varía como te plazca...
Posts sobre el estereotipo:
http://www.nomhadas.com/#!II-Todos-partes-generalidades-eternidades-Las-personas/cmbz/3D60A44B-5DA9-4BDA-A472-EBADFBD5F031
http://www.nomhadas.com/#!Generalizaciones-y-dogmas-/cmbz/BA9B85A1-6659-46B3-A932-76C6C302BDC6
http://www.nomhadas.com/#!As-Spanish-as-the-siesta-/cmbz/DEAD70A5-6154-4AF6-9D53-8FF40BC36029
http://www.nomhadas.com/#!La-raza-no-es-algo-biol%C3%B3gico-sino-sociocultural/cmbz/750AE7C4-4E0F-48E7-9C8A-099C04323223