Es bastante frecuente que los hijos de padres de orígenes distintos sean capaces de entender las dos lenguas de sus padres, pero hablen solo una de las dos.
Aun cuando es perfectamente posible conseguir que los niños puedan además hablar la segunda lengua no es ni mucho menos imposible, pero requiere un cierto (gran) esfuerzo tanto por parte de los padres como de los niños.
Aquí resumo algunas de las claves más importantes:
Ante todo mucha calma
Lo primero que hay que valorar es si merece la pena (o es en absoluto necesario) hacer el esfuerzo requerido para conseguir el objetivo.
Hace unos (no muchos) años, era casi impensable, entre otras cosas porque se pensaba al migrante como un invitado con obligación de asimilarse por completo en la nueva cultura, de forma que el uso de su lengua materna era casi un insulto contra sus anfitriones. Afortunadamente (en mayor o menor medida y dependiendo del lugar) esta idea ha sido sutituida por el concepto de un migrante con derecho a conservar su identidad (y el lenguaje es uno de los marcadores étnicos más fuertes, si no el más fuerte). Pero estas actitudes de rechazo hacia la lengua desconocida aún son frecuentes en determinados círculos y lugares del planeta.
Es posible, además, que uno prefiera no diferenciar a su hija/o de los demás o considere más importante que se sienta monoétnico, que prefiera no confundirle; que uno de los padres no hable la otra lengua o simplemente que uno no tenga mucho contacto con su país de origen y no sea necesario... hay mil razones para desechar la idea de que el niño sea bilingüe, todas igualmente respetables.
Pero si optas por el bilingüismo, aquí te presento unas pistas:
1. Ventajas del bilingüismo
Además de la obvia (dominar dos idiomas a la perfección) la principal ventaja es que el conocimiento de la segunda lengua va a permitir una integración sociocultural del niño mucho mayor y más independiente: va a poder expresarse en la segunda lengua sin necesidad de intrérpretes, sin necesidad de mediadores. Esto es importante tanto para desarrollar su propias relaciones con sus familiares como para establecer sus propias amistades con (niños, por ejemplo) del país de origen de uno de los padres.
Además, la lengua es uno de los factores principales de sentimiento de pertenencia a una determinada cultura, país, etnia o como se quiera llamar.
Por otra parte si la niña/o aprende dos lenguas a una edad muy temprana, desarrolla una plasticidad cognitiva mucho mayor, es decir: puede comprender el mundo mucho mejor, porque su cerebro es capaz de desarrollar una lógica abstracta con mayor facilidad que los que somos monolingües.
2. Coste del bilingüismo
Claro, aprender dos idiomas a la vez no es gratis. Y no me refiero a que haya que invertir dinero, sino esfuerzo. Mucha gente piensa que los niños, al ser pequeños, aprenden el segundo idioma sin enterarse, y aunque les cuesta mucho menos que a un adulto, esto no es así. Los recursos que tienen que usar para aprender los dos idiomas los dejan de usar en otras cosas: por ejemplo, es frecuente que desarrollen otras habilidades un poco más tarde que los demás niños.
Por una parte, puede costarte la incomprensión de personas de tu entorno. Por raro que parezca, hay muchos lugares en los que está mal visto hablar a los hijos en el segundo idioma. En algunas guarderías alientan a los padres a no hablar el segundo idioma (para no confundir a la niña/o...??) ... con frecuencia uno se encuentra con un escasísimo conocimiento del personal educativo en cuestiones de bilingüismo. No saben cuáles son los mecanismos, no tienen idea de cuáles son los problemas más habituales... o directamente confunden cuestiones características del bilingüismo con problemas de aprendizaje de la lengua local (como el uso de los colores, del que voy a hablar más tarde).
Por otra parte, la niña/o hace un esfuerzo considerable -que también depende de lo diferentes y complejos que sean los idiomas que aprende- lo que significa que empezará a hablar más tarde que otras/os niña/os y además, por ejemplo, puede ocurrir que tenga lapsos de habla, por ejemplo, al volver de vacaciones de España no diga una sola palabra ni en un idioma ni en otro: NO PASA NADA: simplemente su cerebro necesita readaptarse.
3. Entender/hablar/leer y escribir
Mucha gente sabe que una cosa es hablar y otra cosa es comprender (y aún, una tercera, escribir)
Y sin embargo cuando decimos que alguien sabe inglés no se nos ocurre decir: sabe entender el inglés o sabe hablarlo- decimos: sabe inglés, a secas; la distinción de la escritura sí es relativamente más frecuente, fundamentalmente en contextos laborales.
A menudo los niños biculturales son capaces de entender el segundo idioma pero no lo hablan. Esto es así por varias razones. Una de ellas es que el proceso de producción del lenguaje está situado en un lugar distinto del cerebro, es un proceso distinto a la comprensión del lenguaje. Además, es preciso haber desarrollado la capacidad física de producción fonética: es necesario haber acostumbrado la boca a producir determinados sonidos, algo que es muy fácil en bebés y se va dificultando con los años., en especial con idiomas con distancia fonética considerable. Ya he contado alguna vez que soy incapaz de pronunciar correctamente mi dirección, porque está llena de vocales de estas danesas øæå y hasta estas aeiou me resultan imposibles de decir en danés. La a no suena como la a en castellano, sino de otra forma totalmente distinta. Para que veáis de qué hablo: aquí podéis ver un video muy ilustrativo (aunque hay algunas no danesas: alfa, diéresis..) El cachondeito cuando me piden que deletree mi nombre es de lo más gracioso. Siempre acabo por escribirlo. Pronunciar la diferencia entre la e y la i, o entre la æ y la a, es una acrobacia equiparable a un mortal en plancha.
En todo caso he visto muchos niños que han aprendido a hablar su segunda lengua a edades más tardías y está claro que algunos son más habilidosos fonéticamente que otros, vamos que el hecho de que no hayan aprendido a hablar el idioma de bebés no implica necesariamente que no vayan a aprenderlo nunca.... ante todo mucha calma.
La tercera cuestión es enseñar a la niña/o a escribir, porque muchos niños bilingües no suelen contar con un profesor que les corrija la ortografía, y normalmente leer libros en la segunda lengua no es suficiente.
4. Reglas de oro y métodos para conseguir que el niño hable
Las posibles combinaciones de lenguas son múltiples: puede ocurrir que cada padre hable un idioma y hablen un tercero entre ellos, que los dos padres no hablen el idioma del país, que los dos padres hablen tanto el idioma del país como el segundo, que solo uno de los padres hable el segundo idioma... que se hable más de tres idiomas en la casa, que uno de los padres, sin ser nativo, quiera que su hijo aprenda desde pequeño la segunda lengua... y un largo etcétera, ... , aquí me voy a centrar en el caso de dos lenguas, la del país de origen y una segunda.
La posibillidad óptima es que tanto la madre como el padre puedan hablar y entender los dos idiomas.
1. Los niños, como los adultos, tienden al mínimo esfuerzo: preferirán hacer lo que es más cómodo para ellos: como entender es una tarea pasiva, digamos que no tendrán mucha elección en este sentido, al contrario que en la tarea de hablar, que es un esfuerzo activo, de forma que habrá que encontrar el modo de facillitar y estimular la motivación para hablar la segunda lengua, pero ¡¡¡cuidado!!! ...
2. Hay que tener en cuenta es que no se debe forzar al niño a hablar el idioma. Es decir, nada de: Manolito, háblame en cristiano.
Esto solo va a hacer que la niña/o se sientan presionada/o y dado que no es una tarea fácil, bloqueen la producción de la segunda lengua: en otras palabras: que asocien el otro idioma con algo desagradable y se nieguen a utilizarlo.. Además de hacerse conscientes de que tienen entre sus manos un arma poderosa, pueden utilizar el no hablar el otro idioma como un castigo a sus padres.
Más abajo hablaré de los posibles herramientas o pequeños trucos que se pueden utilizar sin tener que recurrir a la obligatoriedad., pero es fundamental que el niño perciba como algo bueno poder entender y hacerse entender en el otro idioma (por ejemplo, para conseguir cosas, para jugar con otros niños, para entender a sus abuelos...)
Dentro de esta regla y por el mismo motivo, no se debe corregir al niño cuando utiliza mal una palabra, porque eso podría crearle inseguridad o podría asociar el uso de la lengua con algo negativo y sería un factor de desmotivación. Una posibilidad es repetir la misma frase de forma correcta:
- hay mucho licuido en este cubo
- ¿Ah sí? ¿Hay mucho líquido en este cubo?
o
- papá, no cabo aquí
- ¿No? ¿Y tú crees que yo quepo aquí?
3. Rodea a la niña/o de películas, libros, series, juguetes, incluso cuadernos de vacaciones o libros de texto en tu idioma. Eso evitará que el niño piense que la segunda lengua es el idioma secreto de su madre o de su padre. Para evitar confusiones y empezar a hacer consciente la existencia de los dos idiomas, separa los libros o las películas (si las tienes en DVD) por idiomas.
Además ampliará su vocabulario y aprenderá a entender otros acentos y otros modos de hablar. Muchos niños bilingües hablan como pequeños adultos- porque no aprenden cómo otros niños usan el lenguaje, sus palabras, sus giros, etc.
4. Sé constante hasta que el niño haya afianzado la lengua. Es decir: si has decidido hablarle en la segunda lengua, hazlo SIEMPRE, incluso cuando haya personas delante que no comprenden la lengua. Para evitar situaciones incómodas, siempre puedes disculparte diciendo que tienes que hablar la lengua proque si no tu hija/o no lo aprenderá, o decirlo primero a la niña/o y luego dirigirte a la otra persona y decir: le estoy diciendo que patatín y patatán.
Quizá no haya posibilidad de comunicarse siempre en el mismo idioma: entonces puedes recurrir al uso de herramientas para marcar la diferencia, para que no sea aleatorio el uso de las dos lenguas, lo que sí puede provocar confusión, frustración y hasta desmotivación: puedes usar el gorro del señor que habla inglés (o español) o simplemente decir: ahora voy a llamar al señor que habla español, etc.
Como digo, esto solo es necesario hacerlo hasta que la segunda lengua se ha consolidado.
5. El aprendizaje del idioma tiene sus fases: desde un inicio donde el niño no es en absoluto consciente ni de la existencia de dos lenguas, el aprendizaje de distinas palabras de las dos lenguas, el aprendizaje de distintas reglas gramaticales, la mezcla de las dos lenguas: Mamá, si me spiso las verduras, toca postre. Spiso: en danés: spise: comer, pero conjugado con las reglas españolas.
Es importante respetar la fase: no te impacientes, todo llegará si perseveras.
No obstante, como el lenguaje es algo contextual, habrá palabras que el niño sepa decir solo en el idioma que usa en tal contexto: por ejemplo, cuestiones escolares sabrá más probablemente decirlas en el idioma de su colegio, hasta que se dé la circunstancia en la que tenga que usar tal palabra en el segundo idioma.
6. Hay ciertas áreas del lenguaje que son especialmente difíciles: los números y los colores.
El caso de los números puede solventarse de forma relativamente fácil con la práctica, con ejercicios (por ejemplo en libros de texto para las vacaciones, que suelen ser más festivos que los de texto del curso).
El caso de los colores a mí me parece bastante interesante: los colores, al ser una variable continua, pueden tener nombres diferentes: es decir: ¿cuándo deja un color de ser rojo para ser naranja? Es por ello que existe la escala pantone, si te fijas en cualquier tienda de pinturas, las cartulinas que muestran los colores tienen un numerito asignado.
De hecho, no todos los idiomas tienen todos los colores y sin embargo, hay idiomas que tienen múltiples palabras para lo que nosotros denominamos con una sola palabra (véase mi post Gracias) Hay también ciertas culturas en las que la presencia cromática es más limitada- en el paisaje hay verdes, ocres, azul, blanco, marrón, rojo, negro y amarillo) y así no conocen el color violeta y por tanto no tienen una palabra para denominarlo... esto suena exótico ... pero es bastante frecuente que el mismo color reciba nombres distintos en diferentes idiomas. Por ejemplo, el turquesa es para algunos azul y para otros verde. Parecerá una tontería, pero puede ocurrir que una niña llame azul a lo que los demás niños llaman verde (a un turquesa) y en la guardería confundan esta cuestión puramente cultural con un retraso en el aprendizaje y le asignen una clase especial para niños con retrasos en el desarrollo cognitivo. Hasta que su madre se entera y como es antropóloga les suelta una charla larguisima sobre el lenguaje y los colores a los de la guardería. Caso real.
7. El idioma y su contexto: aprender un idioma no es solo saber las palabras y las reglas, como ya dije en mi post Gracias, es aprender significados, aprender el uso social de la lengua. Ponía como ejemplo el lenguaje Chiquitil: a menos que hayas vivido en España en los 90 no sabrás qué quieres decir con fistro.
Aprender el idioma es saber también esas frases que se hacen famosas por alguna razón, esa es la parte más difícil para un bilingüismo completo.
8. Ten en cuenta que cada persona es diferente. En todas las edades. Lo que vale para tu vecino, no tiene porqué valerte a ti. Ni para tu hija/o. Los consejos que ofrezco son cuestiones de funcionamiento general.
9. Precisamente porque no solo cada persona, sino cada circunstancia es diferente, hay que encontrar el método que mejor se adapte a las necesidades de cada uno. Quién habla qué, con quién y en qué situaciones pueden variar mucho.
Como he dicho más arriba, voy a hablar del caso en el que uno de los padres es nativo en el país de residencia, y el otro es de otro país (o simplemente habla un lenguaje minoritario)
En general, la fórmula que mejor funciona es hablar el segundo idioma en casa: que toda la famlia hable, por ejemplo, italiano. Pero puesto que no todo el mundo puede o quiere aprender la segunda lengua, o incluso que prefiera comunicarse con su bebé en la lengua que le resulta natural, pero como he dicho arriba, lo aconsejable es que esto sea constante,que siga unas reglas relativamente fijas. Es en especial importante que quien hable la lengua no dominante sea perseverante y no hable la otra lengua al tuntún-a menos que sea algo marcado, etc, como he dicho en el punto anterior.
Insisto en que, en el caso de que la niña/o no hable la segunda lengua, es importante no forzarle a hacerlo, sino usar herramientas para disparar (trigger) la producción de la segunda lengua, bien ignorándoles cuando hablen el otro idioma (sin llegar a decir no te entiendo cuando no es verdad), bien contestando en el segundo idioma o repitiendo alguna palabra que les haga activar la parte del cerebro donde se encuentra alojado el segundo idioma. Si no funciona a la primera, a la segunda... a la tercera... paciencia, mucha paciencia.
Por otra parte, normalmente si solo uno de los padres habla el segundo idioma, es posible que el niño solo lo entienda, pero no lo hable, al menos de pequeño. Es posible que aprenda a hablarlo cuando sea más mayor.
Si quieres leer más, hay abundante literatura, mucha en inglés: por ejemplo: Bilingual Children- Guidance for the family (de George Saunders); Growing up with two languages (de Una Cunningham-Andersson y Staffan Andersson) o The Bilingual Family: A Handbook for Parents (de Edith Harding-Esch y Philip Riley) .. o algo un poco más denso pero en castellano La adquisición del lenguaje (editorial Ariel, varios autores).
Sobre los colores y el lenguaje en general, una lectura densa pero muy interesante es el manual de la UNED de Antropología Cognitiva: Hablar y pensar, tareas culturales (de Honorio Velasco)